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¡Sin memoria no hay Victoria!
Vidrioso y esquivo Andrés Bello | Juan Medina Figueredo
21/10/2025
En cuanto a un Andrés Bello pintor de nuestra zona, no cabe ninguna duda. Por la ambición continental de su poesía, esbozada ya en su “Oda a la Vacuna”, por el verde y los vivos colores e imágenes de sus “Silvas americanas”, de él puede decirse lo que del “tlaquetzqui” o narrador en lengua náhuatl dice el “Código Matricense de la Real Academia”, folio 122: “brotan flores de su boca” (León-Portilla, 1978, XXXI).
Para caracterizar su inmortalidad, Arístides Rojas (en Grases, 1981, 60 y 61) recurre al retrato por contraste entre Bello y Bolívar. Si el Libertador era impetuoso, volcánico y guerrero, su maestro era suave, apacible e intelectual (suave, reposado, liberal y ecuánime, repite Luis Correa, 1981,220).
Si uno era un rayo sobre los Andes, el otro era tenue línea de atardecer y penumbra. Bolívar fue Libertador y Bello, civilizador. Antes de que hablase Don Andrés, la naturaleza de la zona tórrida era muda. Esta estatura la mide y observa también Rufino Blanco Fombona (en Grases, 1981, 189 y 1949) con su acostumbrado apasionamiento, siempre dispuesto a batirse en duelo: civilizador y educador de pueblos, le llama.
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De entonces acá, a Bello se le ha designado sabio, la más arrogante presunción del hombre frente a Dios, también príncipe de los poetas americanos. Justo es reconocer a nuestro maestro su noble condición de artista de la palabra, sin desdecir del literato que también fue. Entre la poesía quéchua y náhuatl y nuestros poetas contemporáneos necesario es admitir la estirpe y ascendencia de Bello.
En una oportunidad, Rafael Cadenas desconoció la existencia de una tradición poética entre nosotros, si acaso podemos rescatar a Pérez Bonalde, dijo. En dirección contraria a tal aserto, yo diría que no es posible reconocer la poesía de Lazo Martí, Pérez Bonalde, Fernando Paz Castillo, Vicente Gerbasi, Eugenio Montejo e Igor Barreto, sino congregada alrededor de la estatua de Bello como un monumento conmemorativo de la épica y la lírica nuestramericana.
En todos ellos, el paisaje, como expresión del hombre de nuestra América, recoge lo más personal que la voz de Bello alcanza bajo el artificioso bosque de imágenes y mitos clásicos, un verdadero “complejo de cultura”, acogiéndonos a la conocida categoría de Gastón Bachelard (1978, 23, 25 y 39-42), que, a pesar de su frondosidad ornamental, no logra sepultar una peculiar subjetividad y sensibilidad fundadora de un decir poético en esta región del mundo.
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Quedará resonando como una imagen proyectada por una palabra en un rincón oscuro de una sala, el fraternal consejo del Dr. J. A. de Álamo (Rojas, en Grases, 1981, 74), en carta de Caracas a Londres, al intentar persuadir a Bello de la inutilidad de hurgar en la calumnia que pretendió difamarle como delator de la conspiración del 19 de abril de 1810.
Sembrar cizaña entre sus adversarios patriotas fue habitual en el bando realista, le dice el Dr. Álamo. Abandone Ud. su carácter “vidrioso” y olvide este enojoso asunto, concluye. Retornará como “vidrioso” el carácter “esquivo”, el cual Bolívar atribuyó a su maestro, y este último tomará su bastón con reticencia y digno orgullo y caminará pausadamente por una calle de Caracas, Londres o Santiago.
NOTAS1) León Portilla, M.: “Introducción general a la literatura del México antiguo”. Biblioteca Ayacucho. Caracas. 19782.- Grases, P.: Antología del Bellismo en Venezuela. Monte Ávila Editores. Caracas. Venezuela.19813.- Bachelard, G.: El agua y los sueños. Fondo de Cultura Económica. México. DF 1978.
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Juan Medina Figueredo (Aragua de Barcelona, 1947): Polígrafo de raza, ha incursionado en la poesía, el ensayo literario y el análisis socio-político. Su rebeldía política y cultural no es panfletaria sino solidaria, al punto de estar bien aliñada por su bondadosa personalidad. No se le puede reclamar nada, pues sus convicciones ideológicas y su quehacer escritural apuntan a una conciencia ética y espiritual inconmovible.
Entre sus libros contamos “Reverberaciones” (1995, poesía); los ensayos “La Terredad de Orfeo” (dedicada al poeta Montejo) y el libro comuna que es “Siglo XXI, educación y revolución” (2010) con su estructura en redes que comunica la crónica y el ensayo; el volumen de cuentos “La Visita del Ángel” (2010) y la novela “Por un leve temblor” (2014). Con estos dos últimos ganó el premio de narrativa de Fundarte y una mención de publicación del mismo sello editorial, respectivamente. Que nosotros sepamos, caso único en este certamen literario.
Su poesía ha sido publicada en dos colecciones poéticas importantes como “El Corazón de Venezuela. Patria y Poesía” y “Rostro y Poesía” de la Universidad de Carabobo. Su periplo literario apuesta por un decir directo y no mediatizado por los discursos académicos autorizados. (Reseña de José Carlos de Nóbrega)
Ciudad Valencia
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ETIQUETAS Andrés Bello Juan Medina Figueredo Simón Bolívar.
23/10/2025
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