DESAPARECIDO POLÍTICO DE LA IV REPÚBLICA

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viernes, 3 de octubre de 2025

SEXO EN TRÁNSITO PROSTITUCIÓN Y MUERTE EN BOA VISTA

 #insurgenciadelsigloxxi 

Otra forma de informar y opinar. @omahdez78 / @omarhdez52-1 / omarhdez78 / omarhdez356628 

¡Sin memoria no hay Victoria!


SEXO EN TRÁNSITO   

PROSTITUCIÓN Y MUERTE EN BOA VISTA 

En forma muy extendida, repetición de imágenes digitales, muchas, incontables mujeres se tienden en la cama, mostrando senos, piernas y nalgas, con mensajes de tristeza y cansancio frente a la soledad y ofreciendo éxtasis, tierna, cálida y deliciosa compañía a través de las redes sociales y sus nuevas propuestas, lo que no son más que servicios sexuales, amor parece y plata sí es, tasados tras el respectivo encuentro. 

Los celulares nos ofrecen incontables videos, uno tras otro, de mujeres en baile de tambor, meneando temblorosa y huracanadamente sus nalgas, cogiéndose a los hombres con sus movimientos, arriba, abajo y a los lados contra la ingle de sus parejas en bailes tropicales y de música de discoteca..  

Ya ni prostitutas son, es una  nueva  generación de aspirantes a influencers, jineteras domando penes o las más ilusas o fantasiosas  realizando sus egos y proyectando su existencia a través de un vídeo, compensando fracasos y frustraciones. 

Las carajitas  se ofrecen en concurridas calles, avenidas y alcabalas  como  precoces puticas pobres. 

Tres mujeres partieron desde el barrio Santa Eduviges, detrás de la plaza de toros de Valencia, viajaron a trabajar en Brasil; antes de partir, una regaló su hija recién nacida a una familia de Calabozo, otra dejó su niña bajo el cuidado de su tía prostituta. 

Eran tres primas, dos dijeron que iban a trabajar como putas. Otra dijo que trabajaría de manera diferente. Llegaron a una isla frente a las playas de Boa Vista y en una lancha arribaron a las playas de la ciudad.

 Para dormir, alquilaron un cuartucho con sus literas de camastros en un hotel barato, de mala muerte, de cuchitriles separados por tabiques de cartón piedra y al anochecer se despidieron para trabajar, dos como prostitutas y la otra vendiendo galletas, caramelos y condones. 

Al amanecer todas llegaban a dormir, las dos putas reían a carcajadas y hablaban de. sus   simulados amoríos, orgasmos y gozo sexual, de su asombro por el nivel de prostitución masculina, sodomitas, pederastas y pedófilos. “Yo nací para puta”, repetía una de ellas, riendo y gozosa frente a sus primas.  

La vendedora ambulante las escuchaba y acompañaba con risotadas. Para pasar roncha en otro país, prefirieron retornar a Venezuela con su oficio y un saco de pantaletas, sostenes, pantalones, vestidos, blusas y zapatos de plásticos comprados en Brasil, todo de baratillo. 

Beatriz Rea tocó y empujó el ruidoso portillo de su rancho cercano al caño de frecuentes inundaciones en el barrio Santa Eduviges. 

Llovía y los goterones caían ruidosos tras golpear el techito de rotas láminas de zinc.  

Días después su marido armó su morral y partió de viaje por la misma ruta de su mujer y madre de sus mocosos, hacia Boa Vista. De allá no regresó ni siquiera su cadáver, partido su cráneo de un leñazo por la espalda y perdido todo rastro de su identidad en la cartera  y el celular que se llevaron los ladrones. 

Sobre un viejo colchón sin jergón, disputándose adormidos una sucia colcha, espantando mosquitos, rascándose la piel invadida por los piojitos, Beatriz Rea y sus tres niños, olvidaron apartar en su camastro el lugar del marido y padre  que ya no era ni siquiera  imagen, timbre   o llamada de celular... 

 Juan Medina Figueredo 

Valencia, 3 de octubre de 2025

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