#insurgenciadelsigloxxi
Otra forma de informar y opinar. @omahdez78 / @omarhdez52-1 / omarhdez78 / omarhdez356628¡Sin memoria no hay Victoria!
"La Revolución Bolivariana: Una Defensa desde la Realidad Compleja"
Desde 1999, Venezuela emprendió un camino que pocos se atrevían a siquiera imaginar: transferir el poder desde las cúpulas económicas y políticas que habían dirigido el país durante décadas hacia las manos del pueblo. Este no era simplemente un cambio de gobierno, sino un proyecto de refundación nacional que encontró su máxima expresión en la Constitución de 1999, un documento que por primera vez reconocía derechos sociales no como concesiones, sino como garantías fundamentales del Estado.
La oposición a este proceso no se hizo esperar. Cuando el Comandante Chávez decidió que los ingresos petroleros, históricamente dilapidados o malversados por una tecnocracia entreguista, se orientaran masivamente a educación, salud y alimentación popular, se desató una tormenta perfecta de agresiones. El golpe de Estado de 2002, el sabotaje petrolero de 2002-2003 y el constante asedio económico y mediático fueron la respuesta de quienes veían amenazados sus privilegios históricos. Estos hechos no son retórica; están documentados en cables diplomáticos, en declaraciones de embajadores estadounidenses y en la memoria colectiva de millones que vivieron aquellos días de tinieblas.
Es cierto, como señalan algunos críticos, que durante la llamada IV República se invirtieron sumas colosales de dinero. Arturo Uslar Pietri, un hombre no precisamente sospechoso de chavismo, llegó a afirmar que se manejaron recursos equivalentes a cinco Planes Marshall. La pregunta inevitable es: ¿dónde quedó esa riqueza? En carreteras que no se construyeron, en hospitales que nunca abrieron, en la cuenta bancaria de una oligarquía que compraba barato nuestro petróleo para venderlo caro al mundo, mientras el pueblo veía cómo sus esperanzas se esfumaban en la indiferencia de los partidos del Pacto de Puntofijo.
Aquí la sociedad venezolana se dividió, durante el Pacto de Puntofijo en castas: gente del petróleo, gente del hierro y otros minerales, gente del comercio y gente explotadora del campo, pero que nunca invirtieron en nada, porque ese dinero provenía del erario público en préstamos que nunca se pagaron, o es que no recuerdan los famosos casos de presidentes Adecos y Copeyano que al asumir los gobiernos decretaban: "Borrón y cuenta nueva". Con eso mantenían su clientelismo político que heredaron para estos tiempos, pero asociados a Organizaciones No Gubernamentales como las extranjeras USAID, NED, y la pleyade que existen en el país.
Frente al despojo histórico, la Revolución Bolivariana respondió con misiones sociales sin precedentes, alfabetizando a millones, llevando la educación universitaria a los barrios y creando un sistema de salud pública que, aunque hoy enfrenta enormes dificultades por las sanciones y el bloqueo de guerra económica, representó durante años un avance tangible para los históricamente excluidos. Petrocaribe fue quizás el gesto más audaz de solidaridad energética que haya visto el Caribe, demostrando que otra geopolítica era posible, basada en la complementariedad y no en la explotación.
Sin embargo, aquí debemos hacer una pausa necesaria. Ser revolucionario no significa ser ciego. El mismo pueblo que defendió este proyecto de las agresiones externas ha sido testigo, con indignación y dolor, de cómo funcionarios que juraron lealtad a la Revolución se convirtieron en sus peores verdugos. La corrupción, lejos de desaparecer, mutó. Hoy vemos con vergüenza cómo algunos de aquellos que hablaban en nombre del socialismo están tras las rejas, acusados de desfalcar miles de millones que debían ser para medicinas, alimentos, infraestructura y aumento de salarios. Fue por esto último, cuando no aparecieron los recursos para el aumento salarial que se descubrió el complot Leopoldo López - Tarek El Aissami - SUNACRIP. Esta no es una "maquinación imperialista"; son hechos judiciales comprobados que manchan el legado de Chávez y traicionan la confianza popular. Reconocer esta realidad no es derrotismo; es la primera condición para sanear un proceso que debe ser salvado de sus propios demonios internos.
El bloqueo económico (o "sanciones", en el lenguaje diplomático) es una realidad brutal que ha estrangulado nuestra economía, dificultando desde la importación de insumos médicos hasta las transacciones comerciales más básicas. Pero sería deshonesto atribuirle toda nuestra crisis a factores internos. La mezcla tóxica de corrupción, saboteos, ataque a lo económico y resistencia a los controles democráticos ha creado un coctel devastador. Mientras la oligarquía enquistada se enriquecían, y lo sigue haciendo, se tiene al sector obrero con la carga de un salario mínimo, y bonificaciones que no aportan al salario integral, el pueblo hacía colas interminables, desde EE.UU se preparaban golpes de Estado y Magnicidios con la finalidad de tomar el poder por la fuerza. El pueblo y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se lo impidieron. Esta contradicción no puede seguir siendo barrida bajo la alfombra de los discursos antiimperialistas y del fascismo-terrorista. Ahi se tiene el caso del BCV, no se sabe a quien representa, es un organismo que no se da cuenta que en su propia cara se apropian de las divisas para encarecerlas al pueblo, se hace complice como siempre, que los banqueros le saquen mayor provecho a las divisas.
¿Significa esto que la oposición tradicional ofrece una alternativa creíble? La historia reciente sugiere lo contrario. Su obsesión por el atajo golpista (desde el 2002 hasta el fracasado "gobierno interino" de Guaidó, reconocido por una minoría de países) demostró su divorcio absoluto con los métodos democráticos y su subordinación a agendas foráneas. Cuando finalmente participaron en elecciones regionales y parlamentarias, descubrieron su verdadera y preocupante debilidad: carecen de un proyecto nacional creíble, de conexión orgánica con los sectores populares y de autocrítica sobre su propia complicidad con el desastre previo a 1999. Su narrativa se reduce a un "sálvennos de Maduro, aunque sea por intervención extranjera", que resulta electoral y moralmente insostenible para millones de venezolanos.
Aquí yace la paradoja venezolana actual: un gobierno que, pese a sus logros sociales iniciales y su defensa de la soberanía, se ha visto gravemente afectado por las sanciones y bloqueo internacional; frente a una oposición que, pese a denunciar con razón ciertos males, se deslegitima a sí misma por su historial antidemocrático y su falta de raíces populares auténticas.
El futuro, por tanto, no puede ser la mera restauración de ningún pasado. Ni el del puntofijismo oligárquico, ni el de una clase oligárquica que no se purgue a sí mismo, algo impensable por su condición parasitaria. La salida está en reconocer esta complejidad dolorosa. En construir un nuevo consenso donde la defensa de la soberanía vaya de la mano con la exigencia de una justicia implacable contra la corrupción, sea quien sea el culpable; donde el derecho a elegir gobiernos sin interferencia extranjera conviva con el derecho a elegir entre opciones diversas y creíbles en elecciones libres; donde la renta petrolera sea transparente y sirva para reconstruir un país devastado, no para enriquecer a la casta oligárquica privilegiada de siempre.
La juventud que hoy despierta a la política no merece heredar ni el fanatismo acrítico ni el nihilismo. Merece un país donde la épica revolucionaria permanezca bajo la épica de la reconstrucción honesta, la justicia social con rendición de cuentas, y una democracia que sea algo más que un grito de guerra entre bandos irreconciliables. Es lo que ha propuesto el Chavismo a través de su máxima dirigencia en todo el país. Ese es el verdadero desafío que ni la oposición tradicional y el imperialismo han sabido enfrentar. La historia juzgará a quienes, en este momento crucial, tengan el valor de empezar a hacerlo.
Cosas veredes Sancho.
omahdez78.blogspot.com
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