DESAPARECIDO POLÍTICO DE LA IV REPÚBLICA

DESAPARECIDO POLÍTICO DE LA IV REPÚBLICA

martes, 25 de diciembre de 2018

¿Es la pena de muerte una medida necesaria para combatir la corrupción?

     
¿Es la pena de muerte una medida necesaria para combatir la corrupción?
¿Será oportuno recurrir al Referendo Consultivo para la aplicación de la pena de muerte a los corruptos? Estas son las preguntas que a diario vienen a la memoria para poder adecentar la política criolla, que cada día está metida en el tremedal, por culpa de los inconsecuentes con el compromiso revolucionario.

Saldrán quienes se opongan a la pena de muerte para quienes se aprovechan de los recursos del estado, cuando ejercen cargos públicos o los ponen en donde hay, como réplica de la vieja conducta de los adecos y copeyanos, que se apoltronaron en cargos en ministerios, instituciones, centralizadas y descentralizadas, para hacer rebatiñas con los dineros que se les confiaban para la buena marcha de la administración del gobierno.

Los que salgan a combatir una supuesta CONSULTA POR REFERENDO para buscar contener la corrupción, se identificarán inmediatamente como los que están de acuerdo en que se sigan robando los dineros públicos, sin que ello traiga la consecuencia directa por tal acto, como es el pagar con cárcel, inclusive con la muerte, como ocurre en otros países en el mundo.

Se sabe de antemano que será la iglesia católica la que se opondrá inmediatamente a que se imponga un castigo ejemplar, de esa naturaleza en el territorio venezolano, pero nunca se les escucha ninguna crítica y/o pronunciamiento sobre las tantas ejecuciones que se hacen permanentemente en los Estados Unidos. Parece ser que para los yanquis si es bueno que exista la pena de muerte, mientras  que para estos lados del continente ni que se les ocurra dar una opinión al respecto. La doble moral del discurso es lo que opera en los poderes imperiales y sus lacayos.  

Mientras haya caos en otros territorios es beneficio para los Estados Unidos, porque es el medio perfecto para justificar sus intervenciones, por ello adoctrinan para que no se tomen las medidas que son necesarias para el control de situaciones que afectan el buen desenvolvimiento de las sociedades. Tienen sus cómplices que justifican lo que para el norte es bueno, pero no para el sur, porque solo ellos están ungidos con la verdad de su “Destino manifiesto”.

La iglesia tiene experiencia para hablar sobre este tema, porque fueron los primeros que apoyaron la muerte de forma directa en el periodo de la Inquisición (1184 hasta 1998, cuando el papa Juan Pablo II pide a la Iglesia reconocer los errores cometidos “por sus hombres, en su nombre”,  

Ver: https://www.taringa.net/+ciencia_educacion/santa-inquisicion_12oir8).  

Durante ese tiempo sin investigación alguna; sin dictar causa de culpabilidad, asesinaban a su antojo a justos y pecadores; sin escrúpulo alguno; así mismo lo hicieron durante las Cruzadas para establecer en nombre de Dios, quienes deberían morir para que se implantara el Cristianismo como religión en los territorios que conquistaban y se anexaban para el representante del omnipotente en la tierra. Conste, como decía un comediante, que soy bautizado por la iglesia, pero no fanático religioso.

No contento con ello apoyaron el genocidio más grande que haya ocurrido en la humanidad hasta el momento, cuando con su cruz por delante acompañaron a los conquistadores que participaron en la aniquilación de aproximadamente 100 millones de habitantes originarios del nuevo continente, dizque descubierto por Cristóbal Colon, cuando la realidad era que ya habían culturas como la Maya, la Azteca, la Inca, entre otras, que tenían sus propias costumbres, tecnologías, y una cosmovisión que les permitía vivir el día a día hacia el desarrollo de una sociedad igualitaria.  

Todo lo anteriormente dicho obedece a que se acostumbró dejar las cosas como están por el “bien del funcionamiento del estado”, porque se afectan intereses, que no deben ser tocados para que subsista la sociedad de cómplices. Eso no puede ser así porque para acabar con la corrupción, se tiene que hacer a pecho abierto, sin simulaciones, sin maniqueísmos que afecten las buenas intenciones de la propuesta.

En lo atinente a la lucha contra la corrupción en las tierras suramericanas, lo propuso por primera vez, durante el proceso de emancipación, el Libertador Simón Bolívar; y  en varias oportunidades se pronunció a favor de la pena de muerte. Eso lo hacía porque tenía el conocimiento que para acabar con la corrupción no se debía andar con blandenguerías. No le importó lo que dijo la iglesia, ni los puritanos de su tiempo. Sabía que si no se tomaban esas acciones la nación que pretendía construir se perdería por esa calamidad, la cual seguiría alimentando a la oligarquía realista.

Impuso la pena de muerte en la guerra y en la paz, la aplicó sin contemplación alguna por el bien de la república; y cuando no lo hizo ocurrió lo que temía. Por no mandar a fusilar a Francisco de Paula Santander, el traidor de siete suelas, se perdió el sueño de Miranda y el suyo, de tener una gran nación que atendiera a los pueblos que bajo ella se cobijaban para darles lo más preciado que habían conquistado los americanos del sur, la libertad, entre otras cosas.   

“El 12 de enero de 1824, el Señor General Simón Bolívar, Dictador plenipotenciario del Perú y Presidente de Colombia decreta la pena de muerte para todos los funcionarios públicos que hayan “malversado o tomado para sí” parte de los fondos de la nación, medida que tomó con el fin de reducir el mal de la corrupción en la entonces Gran Colombia”. 

Ver  Decretos del Libertador. Publicaciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Tomo I (1813-1825). Pág. 283. Imprenta Nacional, Caracas, 1961.

Cinco años antes, el 15 de febrero de 1819, en Angostura, visionario como siempre lo fue, en su magistral discurso dijo lo siguiente: 

“Sólo puede servir de correctivo a esta debilidad, el vigor bien cimentado y más bien proporcionado a la resistencia que necesariamente le oponen al Poder Ejecutivo el Legislativo, el Judiciario y el pueblo de una República. Si no se ponen al alcance del Ejecutivo todos los medios que una justa atribución le señala, cae inevitablemente en la nulidad o en su propio abuso; quiero decir, en la muerte del gobierno, cuyos herederos son la anarquía, la usurpación y la tiranía. Se quiere contener la autoridad ejecutiva con restricciones y trabas; nada es más justo; pero que se advierta que los lazos que se pretenden conservar se fortifican, sí, más no se estrechan.

Que se fortifique, pues, todo el sistema del gobierno, y que el equilibrio se establezca de modo que no se pierda, y de modo que no sea su propia delicadeza una causa de decadencia. Por lo mismo que ninguna forma de gobierno es tan débil como la democrática, su estructura debe ser de la mayor solidez; y sus instituciones consultarse para la estabilidad. Si no es así, contemos con que se establece un ensayo de gobierno, y no un sistema permanente; contemos con una sociedad díscola, tumultuaria y anárquica y no con un establecimiento social, donde tengan su imperio la felicidad, la paz y la justicia”.

Más vigente que lo anteriormente indicado no puede estar, por consiguiente se pretende traer al presente el castigo ejemplar, que se aplicó durante la lucha por la independencia, para que las instituciones y la vida de los ciudadanos transiten por un modelo de sociedad en donde la honradez y el respeto por la cosa pública sea el primer valor que nuestros compatriotas deban exhibir al mundo, como legado de nuestro héroe Libertador Simón Bolívar, el Comandante Eterno Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana.

No es que se quiera desconocer el sistema democrático que hemos ratificado en n-ésimas oportunidades, pero si debemos tomar como una orientación lo que nos dejo para la posteridad el Libertador. Es necesario que se le dé soporte a la declaración, que hizo el Presidente Constitucional Nicolás Maduro, el 20 de diciembre de 2018,  de guerra contra la corrupción en todos los niveles. No hacerlo es seguir en lo mismo: Declarar por declarar. Las instituciones en todas sus instancias que asuman su responsabilidad

Para ello es menester iniciar  una guerra a muerte a la corrupción. Ya el 25 de junio de 1813, en la ciudad de Trujillo, Bolívar había lanzado un demoledor decreto para que todos supieran a que atenerse, en el momento crucial en que la guerra necesitaba que sus hombres y mujeres supieran hacia que lado ponerse para que se pudiera lograr el objetivo que se perseguía, que era la independencia del  poder imperial.  Hoy es casi lo mismo, librarse de quienes se llevan los recursos de la patria para uso personal, como patrimonio de una guerra que hubieran ganado: Hacerse de los dineros de la república de la manera más arbitraria y sin obstáculo alguno, un robo más a las arcas de la nación.  

Cuestión esta que es necesario dejar bien clara, se tiene que luchar por todos los medios posibles contra la corrupción, venga de donde venga, hágala quien la haga. No se puede seguir desangrando el país y que muchos alegremente se burlen del gobierno y de la revolución en otras tierras, como lo hacen todos los días y no solo conformes con eso tienen fija la idea de volver para gobernar. Contra eso se tiene que ir, enfrentar,  juzgar e imponerles las condenas que se merezcan por sus actuaciones de lesa patria.

Si no se combate la corrupción y no se hace lo que requiere con urgencia la sociedad venezolana, se cae nuevamente en las manos de quienes son los interesados que ese mal pernicioso persista en las entrañas de las instituciones con más saña, para aprovecharse con suma lenidad de los recursos de la patria.

Por todo lo expuesto se requiere que la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), la soberanísima por voluntad del pueblo, someta a consulta en Referéndum, establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en sus Art. 70 y 71,  que creo que no era necesario recordarlos para no irrespetar sus funciones, pero por si acaso se les ocurre eludir la situación con leguleyos advenedizos que se presten para evadir el pensamiento bolivariano.  

En ese sentido, me atrevo a formular la única pregunta a hacerles a los venezolanos, que sería en los siguientes términos:  

¿Estaría usted de acuerdo con que se establezca la pena de muerte para la corrupción, la violación a la mujer, crímenes intencionales y traición a la patria?

Esta es una discusión que se debe suscitar después del 10 de enero de 2019, con ponderación, sin revanchismos, pero si con la firmeza de que hay que hacer respetar los intereses del estado venezolano. Con ello ver si es conveniente o no que se busque adecentar  la política y las instituciones de las que muchos vividores se aprovechan y a su vez reducir la criminalidad, la manera en que se viola la constitución alegremente y las leyes de la patria.  

Nunca antes, con excepción de la construcción de la nueva legalidad del país, cuando se creó la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, desde esa oportunidad hasta el presente, se hizo necesaria la intervención de la ANC para dirimir una situación que toca todo el sentir de la ciudadanía de esta tierra.

No hay otra manera, porque gobierne quien gobierne ese mal está en la psiquis de muchos de los que ocupan cargos públicos, en donde se manejan recursos; y una manera ejemplarizante de acabar con tal flagelo es mediante la aplicación de un castigo, que no haga posible la reincidencia. Con el ejemplo del Padre Libertador, se debe practicar, él buscó hombres y mujeres probas, para que lo acompañaran y aquellos que se salieran de los decretos o leyes por él establecidos se sometían a la más inclemente sentencia, teniendo como resultado que en su tiempo nadie usufructuó los bienes públicos.

No es nada nuevo que se proponga la aplicación de la pena capital,  ya existe en todos los continentes y países en donde la ejecutan, por diversos motivos o  circunstancias:




Europa:   Bielorrusia, Dinamarca y  España.


Otrosí:

Por otro lado, es pertinente, que se legisle contra los que están destruyendo la economía del país, puesto que con sus aptitudes de desconocer  las leyes hacen ver que no existe gobierno que controle las mafias que se han aliados con poderes extraños a nuestras fronteras para ir minando la gobernabilidad, lo que puede desembocar en un mal mayor si no se toman las medidas que puedan contener el desmadre a que han conducido el proceso de comercialización en nuestro país.

Es permanente la crítica, y con mucha razón, del pueblo, que no quiere seguir oyendo que “vamos hacer  esto, aquello y lo otro”; y se sigue con las falta de autoridad para el control de los especuladores. Es tanto el clamor que se le escucha a los venezolanos en la calle, que expresiones como estas llaman a preocupación: “Hace falta un Juan Vicente Gómez o Pérez Jiménez en Venezuela para que se acabe la guachafita que tienen contra el pueblo”. Ahí queda eso para que interpretemos en que estado de confusión se encuentran los ciudadanos venezolanos.

Ante eso lo que se requiere es que se legisle en el sentido de darle al pueblo la seguridad, en todos los sentidos, para que tenga un normal desenvolvimiento de su vida cotidiana y vuelva la esperanza de que en revolución todo es posible para el bienestar colectivo.

Para quienes hacen la crítica constructiva quizás sea fácil indicar por donde se debe transitar, pero mucho más fácil es cuando la voz que aquí se expresa es la del hombre y mujer de a pie, los que patean la calle diariamente, quienes dicen a todo pulmón que se requiere hacer para que se tomen las medidas de control y ejecución de la política económica, en lo micro, que es lo que directamente les afecta, y que no hay excusas para que se encuentren en esta complicada situación, de burla de los empresarios y comerciantes que no respetan lo que se acuerda y firma con el gobierno.

La Oposición política sigilosamente  está drenando, por los medios de comunicación; y utilizando a personas que de corazón no están con la Revolución Bolivariana, a una estéril pelea de que no parece el pernil, porque los que tienen que dar una explicación no salen a hablarle claro al pueblo. Tanto es así que manipulan un audio y fotografía de un supuesto viceministro de alimentación, para que la gente se arreche y salga a protestar. Cuestión esta que el pueblo ha entendido perfectamente y se ha mantenido como lo requiere el momento histórico que vive la patria, ante el asedio y bloqueo económico que afecta a la mayoría de las familias venezolanas.

¡Cárcel de 10 a 15 años para quienes tienen empresas y negocios que acaparan, boicotean y especulan con los productos de primera necesidad que se deben vender a los venezolanos!   

Omar J. Hernández B. *

omarhdez78@gmail.com – omarhdez78.blogspot.com

*MSC                                                            

domingo, 23 de diciembre de 2018

EL PUEBLO QUE SE FUE ......“…. y mi corazón siempre tendrá sabor a pueblo, sabor a ti …. Aragua linda y querida.”


Gritan los aragüeños desde cada lado del cuadrilátero descrito en la narración del autor, cada ser que en el vive,  que se requieren obras, tan solo para nombrar dos, como la mejora de la Represa "La Estancia" para que tenga un mejor flujo de agua hacia las comunidades o tener una planta eléctrica versátil, General Electric TM 2500, que mejore el servicio y así evitar los apagones que siempre ocurren, con las consabidas perdidas de los equipos de uso doméstico (neveras, Tv, entre otros). Todo lo que nuestro pueblo aspira es que se le atienda en sus necesidades prioritarias para lograr la añorada calidad de vida, que no es mas que el bienestar de todos sus ciudadanos. Se muy bien que una de las respuestas que hacen quienes deben defender el terruño que es mucho dinero para una planta eléctrica de ese tipo, pero no toman en cuenta que todo lo que se invierta en el pueblo, sus habitantes, y su infraestructura es poco comparado con lo que se ha perdido por quienes no han sabido valorar la tierra donde nacieron.   
El éxodo de los aragüeños, que tienen sus raíces en esa hermosa ciudad, se debe no de ahora, si no desde muchísimos años atrás, a que dos de sus principales servicios básicos, agua y electricidad, no funcionan.
Por eso las industrias no invierten, porque no pueden competir, con ciudades vecinas en donde si atienden esos problemas, que son los que permiten que funcionen los procesos productivos generadores de bienes y servicios que traen progreso a sus habitantes.Los diagnósticos están hechos, lo que falta es gerencia para que se puedan ver resultados en el mediano y largo plazo, consolidando a Aragua de Barcelona como una de las ciudades en donde se pueda crear un polo agroindustrial entre las Zonas de Desarrollo Económico programadas en el estado Anzoátegui. Si lo aquí dicho no es así, se debe demostrar lo contrario.
 
Bueno, ahora a disfrutar de la lectura de esta hermosa historia de las vivencias en Aragua de Barcelona, contada por uno de sus hijos:
 
 
 

Harold Padilla creó un documento en el grupo Aragua de Barcelona.
EL PUEBLO QUE SE FUE ….
“…. y mi corazón siempre tendrá sabor a pueblo, sabor a ti …. Aragua linda y querida.”
 
 I
Era un pueblo muy pequeño, apenas 7 calles principales y 8 o 9 transversales, lo cuadriculaban casi como un tablero de ajedrez, pero eso sí, sus calles fueron una de sus jactancias, con aceras muy altas, como si hubiesen sido diseñadas para que su gente desfilara siempre en pasarelas;  las esquinas, en su mayoría, fueron ubicadas los comercios, bodegas, unas muy surtidas y otras no tanto, pero se destacaban por la calidad y precio de determinado producto, lo que la hacían más competitivas.
Y así fue, como se identificaron y se hicieron famosas para adquirir el nombre del propietario. “muchacho fuiste a la esquina de Carupe” o “no has ido a la bodega de Doña Mercedes” eran las exclamaciones comunes, en respuesta al resultado infructuoso de un mandado. (Diligencia en la búsqueda de un determinado producto, tarea llevada a cabo, normalmente, por los menores de la casa).
Cuando, una vez, entró un niño corriendo a la bodega de Doña Mercedes Sifontes, persona conocida por su forma de ser, directa, sin pelitos en la lengua…. “ña´ Mercedes tiene cuca e´ comé”?, ella le contestó al vuelo y muy molesta, … “mira muchacho el caraj … y quien te dijo a ti, que aquí se vende, algún otro tipo de cuca”.
Famoso el pueblo, por sus cucas (catalinas), siendo las más sabrosas las negras grandes y ahora las preferidas son las negras pequeñas, sin embargo, de vez en cuando, se conseguían amarillas (se solicitaban “…. dame una cuca de las catiras”), igual de exquisitas, aunque ahora es raro conseguirlas, hay que buscarlas con mucho interés y paciencia, el placer está garantizado.
Sus hitos y fronteras fueron demarcados popularmente con sitios que con el tiempo formaron su personalidad, destacando la característica que más le gustó a la gente y así la costumbre se encargó de afianzarlo tanto, que el pueblo se los llevaría consigo mismo, en su propia alma.
La plaza del Carmen, Plaza (Parque) la Libertad, El Tanque de Agua, El Arroyo, la Salida de Santana, la Salida de Zaraza, la Plaza Bolívar, Mandilito, El Cementerio, Caraquita, La Salida (la principal hacia la capital del estado) y El Calvario.
Su famoso Tanque de Agua, además de demarcador de zona, era un hito muy significativo para la costumbres de la gente que vivía a su alrededor, era tan alto que junto a las torres de iglesia, que se distinguían desde lo lejos permitían su ubicación de inmediato, además, su constructor pensó seriamente en utilizar al máximo la gravedad, era tan alto que te parabas junto a él y veías para arriba y te mareabas, y tan viejo que nadie supo cuando fue construido, de puro concreto , en la parte más alta lucia una cola de pato, anexa a la caja de almacenamiento de agua.
Se conocieron, solo 2 o 3 hombres que subían por su escalera de mohosos peldaños, infinitos en cantidad y en tiempo, poniendo a prueba el valor de quienes se atrevieron a conocer sus secretos guardados en lo más alto de sus estructura, igual a su gente, vivían en el barrio a su alrededor, quienes contestaban con orgullo y como presagiando que todos sabían lo que significaba ser de ese lugar,   “ …  yo vivo en el tanque de agua”.
Si alguna vez funcionó, el tiempo se encargó de hacerlo olvidar, al respecto, nadie recordaba nada.
El pueblo eran sus casas o sus casas eran el pueblo, espaciosas, altas y frescas, con grandes techos de tejas, que no podían ocultar su antigüedad, pero le daban un aspecto hermosamente señorial, como testigos silentes que sin quejarse de aguantar las inclemencias del clima y la indiferencia de la cotidianidad, allí permanecían como soldados firmes, mientras se escribía la historia de su pueblo, como si supieran de antemano que luego le admirarían la majestuosidad de su más puro rasgo colonial, sus grandes ventanas, que por dentro tenían su respectivo quicio para sentarse y por fuera daban el justo equilibrio a las puertas de entrada a la casa, convirtiéndolas en baúles que hospedarían tantos recuerdos de épocas remotas, leyendas, cuentos de las guerras pasadas.
 “… que tal prócer comió y durmió, que en el patio durmió la tropa y que se le preparó comida para todos ellos, que las balas rozaban las cabezas y  tuvieron que esconderse debajo de un cajón de madera, que si La Independencia, que si La Restauradora, que si La Amarilla, todas esa guerras tuvieron sus escaramuzas en este pueblo … “, fueron siempre las apasionantes historietas, preferidas para contarlas los abuelos y para irlas los menores.
Era muy habitual,  …. “fulatino vió en el patio, una luz que se movía  y luego se paró debajo de la mata de mamón, fue hasta el sitio y excavó arribita, y saben se encontró unas cuantas morocotas sueltas, …. que sortario se volvió rico”, otro comentario, quizás el más frecuente, “Don tal vió una luz, la siguió hasta el sitio donde se detuvo y excavó bien profundo, pero, no encontró nada … ahhh es que los riales no eran pa´él”. Los que se volvían ricos de repente, su riqueza era atribuida a, … “eso fue que se sacó un entierro”.
Las explicaciones de encontrar tantas morocotas, monedas de oro, generalmente de origen español, de gran valor en el mercado, estas iban  desde las dotaciones para el financiamiento de las guerras, que ante el triunfo del enemigo, se enterraban para que no las tomaran y las utilizaran  para alimentar la tropa o para comprar armamento.
Otra explicación, los ricos de la época de la colonia, como no confiaban en las incipientes actividades bancarias, no dudaban en mantener su fortuna en un lugar bien secreto, como se esconden los tesoros de los cuentos, y que mejor que enterrarlas, eso les daba más seguridad, pero como nadie sabía donde, al morirse el dueño quedaban enterradas en algún lugar. Así que todavía pueden quedar algunas, el problema es donde?.
los nuevos tiempos, se encargaron de también enterrar las leyendas, al parecer para siempre, unos se lo atribuyen a la electricidad, tanto que ya nadie les hace referencia, pero ni en sueños, lo cual era otra de las formas que existieron para indicarle al afortunado donde estaba enterrado el tesoro.
Las leyendas sobre la llorona, el jinete sin cabeza, el aparecido, los cuentos de las luces que aparecían y se movían, las películas de terror y aquellas calles solas, alumbradas con una luz mortecina, que más ayudaban a adivinar que  a alumbrar, completaban aquella presión, que permanecía latente sobre todo en los muchachos, y sobre todo a aquellos que se atrevían a desobedecer la hora de ir a dormir y salían a caminar por esas calles.
Al que le tocara quedarse conversando con los amigos o con las novias y se le pasaba la hora, ya a las 10 pm no había nadie en esas calles,  íngrimas y solas, lo único que te acompañaba era el sonido de tus propios pasos y las sombras que proyectaban los grandes tamarindos, los postes, las esquinas, allí era cuando esa presión aparecía y a cada segundo se hacía más y más fuerte, a tal punto, que te hacia apurar los pasos, cada vez más, hasta llegar a correr desesperadamente por llegar a tu casa, menos mal que en esa época las puertas permanecían entreabiertas, facilitando la rápida entrada a casa, para huir de ese algo o alguien que te iba a salir para llevarte, corolario de todos los cuentos. Pero, como? Si todo fue sembrado dentro de ti, por aquellas personas que juraban la veracidad de las historias, “…. Por este puñado de cruces, que a mi salió una vez”, te lo afirmaban contundentemente, mientras se arrodillaban entrecruzando las 2 manos.
Para colmo, sucedió una vez, que fuimos a ver una película de terror, terminó aproximadamente a las 10 pm, pero nos quedamos, en la plaza Bolívar, comentando lo espeluznante que había sido lo que acabábamos de ver, y por supuesto, se incorporaron las propias historias del pueblo, las cuales, nos incrementaron el miedo, cuando de repente, nos sorprenden las campanadas del reloj de la iglesia,  tan… tan …. tan …. tan …., eran  las 12 de la noche, en punto, cuando me doy cuenta que del grupo, ninguno iba para los lados de mi casa, este descubriendo, fue aprovechado por los “valientes” para echarle más leña al fuego, salí disparado, la luz estaba muy escasa por el bajo voltaje, desde la primera cuadra comenzaba esa inoportuna oscuridad, desde el mismo principio los pasos se acompasaron con los latidos de mi corazón, cuando empecé a ver a lo lejos sombras que se movían, “aaaayyyyy mamaíta querida”, era lo único que atinaba a decir para mis adentros, porque mis afueros estaba llenándose con gotas de un sudor frio, en todo el cuerpo, antes de llegar a nivel de las sombras, me cambie para la otra acera, cuando pasaba exactamente al lado, claro sin mirar para allá, comenzó en ese momento, a mis espaldas, un sonido de pasos como de cholas que se arrastraban, primero un poco lejos, pero, empecé cada vez a oírlas mas y mas cerca, a medida que aumentaba la velocidad de los pasos, las  pisadas también la aumentaban, ya las tenía casi pegadas a mí, ya estaba doblando la ultima esquina, antes de llegar a la casa, a estas alturas mis pasos se habían convertido en carrera y los últimos 50 metros, me hubiese gustado que cronometraran el tiempo, debió estar muy cerca del record mundial, la casa para remate, tiene 2 puertas, la del jardín, atraviesas el jardín y el porche para llegar a la puerta principal, allí creo que el tiempo dejó de existir ante mi agonía, como pude llegué hasta la última puerta y la empujé con tanta fuerza que la pegue contra la pared y me encontré el medio de la sala,  jadeando, …. Cuando ante mis ojos se incorporó aquella figura envuelta de pie a cabeza, en una sábana blanca, el grito, salió acompañado de otro mayor, lo que prolongo el momento hasta el infinito…. era mi abuela, que esa noche, había decidido probar el sofácama que acababan de comprar, podrán imaginarse el tamaño del susto, después vino el reclamo que la ayudó a serenarse y el infaltable regaño, … “muchacho el´ caraj… me vas a matar de un susto” ….  y yo?, que me la encontré de frente, me quede mudo, no por respeto, sino porque no podía articular palabra ante la mayor impresión de mi vida, no hay derecho vale, queda uno padeciendo del corazón desde pequeño …. Bueno, al final, no nos quedó más remedio, que abrazarnos, y pedirle la bendición, antes de acostarme, a ver si podía conciliar el sueño, “…. DIOS lo bendiga y ten más cuidado, estoy cansada de decirte que no llegues tan tarde”, sentenció con una respuesta mezclada de bendiciones y reclamos.
Ellas, las casas viejas, en su mayoría gozaban de 2 patios, uno en la entrada al final del zaguán de la entrada destinado para plantas ornamentales y el patio trasero enorme, donde encontrabas arboles grandes y centenarios, mamón, tamarindo, anón, guanábana, mango, cotoperí, uvero, que cuando tenía una buena carga, el fruto en gajos blanquísimos, daba la impresión de que había nevado, limón francés y criollo, naranja, toronja y la lamentablemente extinguida ciruela joba, era como la roja que conocemos hoy en día, pero amarilla al madurarse y su árbol era más frondoso, amén de su exquisito sabor, y la hermosísima mata de tapara, la propia vedette entre las matas, debió ser nuestro vernáculo árbol navideño, y que el facilismo, la moda y además, la costumbre no lo quisieron, quizás por aquí hubiésemos comenzado la  verdadera revolución de lo nuestro.
 
 
 
II
 
 
 Hubo una casa que se distinguió de las demás, no solo por su aspecto grande, regio, majestuoso, sino porque era unos de los sitios donde el futuro estaba presente, donde acudían hombres y mujeres de todas partes del oriente y sur del país, hasta de la capital del estado y de la república, por donde pasaron famosas personalidades en búsqueda del afamado saber que allí se impartía, donde se albergaron las esperanzas y los sueños de juventud, donde la importancia y arrogancia daban paso a la humilde, pero significativa actividad de la enseñanza y el aprendizaje, donde el compañerismo fue un aspecto fundamental en la construcción del valor de la amistad, fue la casa donde la rebeldía juvenil reclamaba justicia a lo que creían eran sus derechos, donde hasta las huelgas tenían algún sentido pedagógico, inclusive ella misma, con el tiempo, tuvo que declarase en huelga, para resistir que su savia la abandonara, que al quedarse sola y sin razón de existir, la borrara el olvido, esto llego a convertirla en una verdadera heroína, constituyendo el símbolo más representativo de  “el pueblo que se fue …”. La casa donde funcionó el egregio Liceo Narciso Fragachan.
Fue un pueblo, además de muy famoso por la belleza de sus mujeres, por lo sabroso de sus mamones, mejores que los del Chaparro, para evitar suspicacias, debo aclarar que ese nombre se refiere a la capital del vecino municipio Macgregor.
Las exclamaciones correspondientes eran, … “los mamones de la casa de tal o cual son un melao y sueltan la comida (pulpa) al metértelo en la boca”, … “Esa fruta tiene el nombre mal puesto, debiera llamarse mamable, porque el mamón es uno”. …“los tamarindos de fulanito son acidisimos pero, los del señor tal son dulcitos” (cosa rara) pero, cierta.
Las cercas divisorias de los patios, en las casa de las barriadas populares, eran de alambre y le servían de apoyo a la enredadera de cundiamores, dulces y rojos cuando alcanzaban su madurez, una vez que la cerca estaba tupida, era un espectáculo bellísimo, ver como esa enredadera le daba tanto colorido a las casas más pequeñas del pueblo.
Cada una, poseía su privado y autóctono zoológico, pájaros, venados, monos, gallinas, gallos de pelea, patos, gatos, perros, guineos, acures, conejos, morrocoyes, cachicamos, loros, guacamayas, ardillas, y de vez en cuando, amarrados a cualquier árbol, los soñolientos burros y los cansados caballos, y en un chiquero los cochinos, cuyo engorde terminaba en la época navideña, convertidos en hallacas y perniles.
La belleza de su prestancia, se debía a sus características coloniales, a la sinceridad y orgullo con que el pueblo exhibía su pasado, y a la lenta aceptación del presente, sus rasgos se delineaban entre lo rural y lo urbano, a tal punto que podíamos ver transitar por sus esplendidas calles, a los parsimoniosos burros con su carga, producto de las labores campesinas, llevadas a cabo en las orillas del pueblo, lo que definiría un Economista actual, esa infraestructura presenta una capacidad ociosa o capacidad subutilizada.
 También, los elegantes jinetes de a caballo, que venían de cumplir los menesteres propios del mantenimiento del ganado, se orillaban para dar paso a los vehículos y bicicletas que se desplazaban raudas por las calles de un liso pavimento que facilitaban su desplazamiento, y a la vez, servían para aumentar el sonido característicos de los cascos de los briosos corceles, como si estuvieran tocándole la puerta a las calles y estas contestaban, con el eco que formaba el agradable y rítmico sonido, como una canción que cantada desde alma, por el hombre que compartía su naturaleza junto a la labor del campo, hasta comprender que no podía vivir sin ella, y que era parte de ella misma.
No es parte de un poema, sino de una realidad extinguida, pero, que formó por mucho tiempo, parte de las costumbres de los niños y los no tan niños, que esperando con anhelada inocencia, en su imaginación, las cosas bellas que nos brinda la naturaleza, se convirtieran en pensamientos que volaban detrás de las incontables nubes de gaviotas viajeras, y se parecían, tanto a ellas, en que nadie sabía de dónde venían, ni hasta donde llegarían, solo sabíamos que estaban allí presentes, conformando la realidad de cada quien.
Parecía que ellas, también querían admirar los majestuosos techos de tejas y los copos de los frondosos árboles, habían seleccionado esa ruta y la mantuvieron por años, fueron conocidas en la jerga juvenil como “tijeretas”, por la característica cola en forma de largas tijeras.
Sustituyendo durante horas, con su abundante presencia, a las cargadas nubes, dándole a las tardes un tono gris opaco, presagio de que la época de lluvia sería abundante, era como que si con su cola de tijera, cortaran el cielo en pedazos, conformando las bellas nubes, y estas pudieran soltaran sus lágrimas, de bendiciones para unos, y de lamentaciones para otros, eran el swiche que disparaba al unísono las voces de los muchachos, “…. aquella es hembra ….  ¿como tú sabes? .… porque no tiene cola …..,   están tan altas que no le llegamos con la gomera …”  (conocida también como china).
 
 
 
III
 
 
 
 La rancia aristocracia colonial había dejado su huella social, el pueblo estuvo dotado de 2 cementerios y 2 clubes, uno para la gente de modestos recursos y otro para los pudientes, así llamaban en la época a los ricos; en su venerable y distinguida iglesia, los bancos de primera fila estaban marcados con los nombres de las familias.
No así, en los cines, que también eran 2, no se apreciaba tanto esa diferencia social, porque dependía de la calidad de la película que les tocaba exhibir, no había más remedio, todos reunidos contemplábamos, lo último de Hollywood, bien atrasado por cierto.
 Uno de ellos, llevaba el nombre del pueblo, era mitad cubierto y mitad al aire libre, donde estaba la pantalla, tenias que comprar tu entrada con tiempo, en una ventana de la casa, acondicionada para taquilla, al lado debías seleccionar una silla de cuero entre un montón depositadas en un cuarto, seleccionando la que se resistía al inclemente uso de los jóvenes, delatándose por el chirrío que producían al sentarte, esto si querías sentarte en la parte descubierta, la usábamos con la parte del respaldar para delante como descansa brazos y como caballito para hacer bulla cuando se cortaba el rollo de la película, la otra parte era con sillas de hierro fijas, algunas oxidadas ya por el tiempo, reservadas para los novios, porque era el área más oscura, propicia para los besos furtivos pero apasionados.
 El otro cine tenía el nombre de teatro y era de butacas cómodas, modernas, pero, su debilidad consistía en que pasaban solo películas mejicanas y repetidas, y su fortaleza fue su utilidad, allí se celebraron en las fiestas patronales, los actos de los festivales de la canción y la presentación de artistas nacionales.
Acostumbrados, a llegar con tiempo suficiente, nos quedábamos en la plaza dando vueltas o charlando, a la espera de la señal de inicio de la película, marcada por un megáfono que ampliaba el sonido de las notas musicales, en el descubierto, el vals Ensoñación y en el otro las de Alma Llanera, y a correr se ha dicho, para no perdernos ni los cortos.
Al pueblo, la historia le había reservado un dramático episodio, pues, en sus calles se perdió una batalla importante en la guerra que se libró por nuestra independencia, en la que, los sanguinarios realistas acabaron con la vida de niños, mujeres y hombres, cuentan que sus calles eran ríos de sangre, fue tanta la cantidad de cuerpos que debieron ser enterrados todos, en un solo sitio, conocido hoy como El Calvario.
Sin embargo, se guarda con orgullo patrio, la casa donde El Libertador bailó, el sitio donde amarró su caballo para descansar, debajo de un frondoso cotoperí. Al lado de la iglesia, en una plazoleta está el busto de Carvajal, mejor conocido como “El Tigre Encaramao”, quien peleaba con las riendas del caballo entre los dientes y una lanza en cada mano.
Supieron sobreponerse a esta adversidad, y su gente tomó el camino que toman los pueblos inteligentes, el de la educación, el del saber, de la preparación del intelecto, hasta llegar a convertirse en la cuna de renombrados poetas, de gente que ocupó altos cargos, en los distintos gobiernos nacionales, en la política, familias de apellidos aristocráticos, de gente estudiosa y preparada, tanto fue la cosa, que cuando en el Oriente existían solo dos Liceos, uno en Ciudad Bolívar y el otro en el pueblo, fue considerado la cuna de la civilización en Oriente, por eso lo llamaron “La Atenas de Oriente”.
Todo se basó en la calidad de su enseñanza, que por generaciones, fue llevada a cabo fielmente por los abnegados maestros, que todavía no desviaban su apostolado y mantenían en el más alto grado la responsabilidad de prepararse, para luego llevar a cabo el sagrado y enaltecedor proceso de trasmitir, con excelsa pedagogía, sus conocimientos, lo que el pueblo supo reconocer, para en retribución brindarles respeto y consideración, a aquella generación de maestros que entregaron sin reservas su honestidad, en aras de  mejorar la calidad de la enseñanza de su querido pueblo.
Su importancia, no solo se debía a su elevado carácter cultural y educativo, sino también al comercio, llegó a ser importador de maquinas para actividad agroindustrial y exportador de algodón y su aceite,  demandado por su calidad para comidas sanas por bajo colesterol y además fue probado en mecanismos de alta precisión, su conexión  directa con los centros del comercio mundial de la época, lo destacaron como el pueblo más atractivo del país.
Su actividad económica derivada principalmente del sector agropecuario, a través de hatos ganaderos, conocidos como fundos y sus famosos conucos que nos brindaron tantos frutos, llegaron a ser como una apreciada y delicada joya, donde el hombre con sus manos y su sudor, los moldeaba hasta convertirlos en su más caro anhelo.
En la historia gastronómica del pueblo dejaron su página escrita, no solo a nivel nacional, sino que la gente se los llevaba a otros países, donde otras culturas llegaron a deleitarse con los productos que las destrezas de sus manos y del amor que dejaban en su trabajo, sus dulces, sus chorizos, los chicharrones, el queso de cincho, hoy es el equivalente a queso duro, las cachapas de maíz tierno, las empanadas, las arepas de maíz hechas en brasa, el pelao de gallina, los traicioneros frijoles chicharos con pata e´cochino, siendo más sabrosos aun cuando se  comían en plato de peltre, el popular sancocho de gallina y la que nunca faltó en los agasajos con numerosos asistentes, la ternera, un joven ejemplar de ganado que se asaba con leña de guatacaro, para lograr un mejor sabor, acompañada con cazabe, un pedazo servía de plato al trozo de la sabrosa carne asada, para defendernos haciendo malabarismos, mientras sonaba un pajarillo, un joropo o una de esas bien recia.
Las arepitas abombadas endulzadas con papelón, sus empanadas, sus cachapas de maíz tierno, en época de cosecha, eran mejores, las que se hacían en budare en las casas de campo, grandes y gruesas, burreras las llamaban, cuando salía una, comían por lo menos 3 personas y hasta 4, era para satisfacerles las ganas, de la manera más rápida a los invitados, a veces acompañadas de cochino frito con full mantequilla blanca y queso rallado, ambos artesanales, obtenidos del propio corral de la casa, aunque nunca faltaba un osado que pedía … “no hay un aguacatico por ahí”.
Las mejores auyamas, pequeñas pero sabrosísimas, cuando las sancochabas soltaban la concha, característica de lo bueno, el color y su sabor, hacían esperar cuando iban a ser los potreros y cuando caían las primeras lluvias, sus cosechas aún continúan siendo muy prodigas, y ya estábamos apertrechados con mantequilla y queso rallado, oyendo a cada rato “probaste las que trajo fulanito, …. Ahhhh, es que esas son corocoras”.
Su artesanía, estuvo focalizada hacia trabajos con la madera y la suela, sillas de montar, alpargatas, sillas, chinchorros, etc., hasta llegó a tener su tenería (curtiembre de cueros de ganado), famosa por el olor característico que se desprendía de sus actividades. “… la tenería está en su apogeo, el olor llega hasta aquí.”, decían los habitantes de las cuadras mas lejanas.
En el stock de la vestimenta era infaltable un par de alpargatas, calzado por demás cómodo y fresco, recomendado especialmente para aquellos que sufrían de callos y dolorosos juanetes, sin embargo, algunas lucían tan bien hechas y de un sobrio colorido, que daba orgullo exhibirlas en los días feriados y otro par para el quehacer diario.
Así como, tampoco podía faltar el inseparable compañero, el chinchorro, de moriche o de lujo tejido con fibra de curagua, sabrosos para mecerse en los días y noches calurosas, y como devotos cómplices compartían el vaivén de los pensamientos con cada mecida, durante una noche insomne, cuyo compas era marcado por el sonido de las alcayatas, que parecían quejarse del peso del huésped de turno.
Sentarte en la puerta de las casas, en las tardes, era costumbre generalizada, “….. vamos a sentarnos a fuera a coger fresco”, se aprovechaba para ver la gente desfilar por sus altas aceras, a la vez que ayudaba a mitigar el calor, indicaba el fin de la faena diaria, era otro de los entretenimientos preferidos, y se aprovechaba para los saludos de rigor y además, servía para actualizarse de los últimos acontecimientos del pueblo.
A veces, pasaba el tiempo y no ocurría nada importante que contar, sin embargo, la parada del transeúnte era obligatoria por la amistad y la familiaridad que reinaba entre su gente.
También servía para exclamar, cuando pasaba alguien manejando un carro nuevo  “mira ve, fulatino de tal, sacó un carro nuevo de agencia, de donde sacaría tanto real ?. Podrán imaginarse, lo máximo, un paseo por el pueblo en carro nuevo, “… hay van, pura pinta”, cuchicheaban las muchachas muertas de la risa, cuando veían pasar a los jóvenes en la flamante nave.
Todas las diligencias eran realizadas caminando, eso era tan natural,  que en el quehacer cotidiano y necesario para transportarse a cualquier parte del pueblo, el caminar era inherente a su propio ser, le era absolutamente normal. El vehículo era sinónimo de paseo, usado más que todo, para el traslado a  poblaciones vecinas
Sus misas de aguinaldo de madrugada y el paseo por el boulevard de las empanadas, que iba desde el calvario hasta el bar Bosques de Viena, aproximadamente kilometro y medio, allí se bailaba hasta entrada la mañana, y las empanaderas afanosas se esmeraban por obtener la calidad y la fama que elevarían sus ventas, ubicadas a ambos lados del trayecto.
Al terminar la misa, la cual era identificada según las actividades que  desempeñaban quienes la encomendaban, la de los choferes, la de los maestros, la de los ganaderos, etc., salíamos los asistentes en grupos y en parejas los enamorados, la mayoría caminando, esa era la nota, aunque algunos pocos usaban patines, desde la iglesia hasta las empanaderas, donde escogíamos al azar o atendiendo una recomendación de la experiencia de la madrugada anterior, previo era el recorrido de una en una, parándonos para engullirnos unas cuantas empanadas y así íbamos llegando hasta Los Bosques de Viena, donde echábamos la bailadita de rigor, y cuando los primeros rayos de sol nos indicaba la inminente llegada del día, salíamos corriendo cual vampiros, a dormir para reponernos, para la próxima misa, eran 15, clausuraban el 24 de diciembre con la misa del gallo.
Dígame, sus retretas los domingos en la plaza Bolívar, donde se reunía medio pueblo a darle vueltas a la plaza caminando, con contagiada alegría, iban charlando animadamente, que hasta perdían el numero de vueltas dadas, motivada por el ritmo que impartía la orquesta, destacándose los sonoros pasodobles, valses y merengues, convirtiendo aquello en un verdadero Retretodromo, todos bajo la fija mirada de Simón Bolívar, a quien el remordimiento de la culpa por haber perdido la batalla, decidió, permanecer convertido en estatua, para decirle a las generaciones, de aquí no me mueve nadie, hasta que ustedes ganen su propia batalla, y entonces, seré su principal testigo en la historia que les toque escribir como pueblo.
En los días de semana, la plaza era el lugar preferido, por el fresco que brindaban la gran cantidad de frondoso arboles y sus duros bancos de granito, de esto nunca nos quejamos, sitio ideal para las charlas en grupo, chistes, chismes, inventos, comentarios, infidelidades de última hora, planificar acciones para las travesuras, entretenían amenamente las largas y desocupadas horas del día, en periodos de vacaciones, bueno y también cuando había clases, magnifico para estudiar hasta la madrugada en la época de exámenes.
Hablando de inventos, recordaremos por lo menos 2 de tantos, uno fue sencillo, pero su eficiencia era reflejada por una inversión marginal comparada con la fácil y elevada ganancia producida, consistía en que en la referida plaza, la mayoría de los arboles está compuesta por milenarios mamones, algunos de sabor dulce, precisamente estos eran los seleccionados como materia prima para su explotación, en él se montaba un muchacho de bajo peso corporal y amarraba un extremo del mecatillo desde lo alto del árbol y su otro extremo iba hasta el baúl del carro, estacionado al lado de la plaza, por la pronunciada pendiente se deslizaban enganchados los incontables gajos de mamón, hasta llenarse la maleta del carro, así pasaban de árbol en árbol y de viaje en viaje, para luego venderlos a buen precio en la población del Anaco petrolero, y  luego a esperar la próxima cosecha, esto duró hasta que las autoridades le echaron un parao, a la ingeniosa, pero abusadora practica.
Otro tipo de invento, fue el de un hijo de una de las contadas familias que habían escogido al pueblo, como su segunda patria, sucedió que una noche estaban pasando una película y la sala del cine estaba full, no había sitio donde sentarse, gran cantidad de gente caminaba buscando que alguien se moviera, cuando de repente se oye un grito desde la entrada  “…. Salvatore un árbol te le cayó encima al carro y lo partió en 2”, y le contesta el italiano, que estaba sentado en primera fila, “si como no, ya me voy a para,r para que tú me cojas el puesto,”  “…. Es en serio, vale”, le ripostó el del grito, “… vas a seguir, búscate otro puesto y deja el fastidio”, y allí se quedó sentado, hasta que terminó la película, y salió hasta la plaza y al ver su carro marca MG, se lo acababa de comprar usado, al cura del pueblo, con un gran árbol sobre él, lo había partido exactamente por la mitad, se puso las manos en la cabeza y profirió “ mamma mia, perque el mio”, toda la gente que habían sido testigos del acontecimiento, estaban muertas de la risa, ante la cara de angustia del italiano, quien a los pocos días ya había convertido a su magnífico deportivo en una pequeña picot.
Se merece un aparte, en este pueblo serénatero, las noches interrumpidas por las melodías de cuatro y guitarra en una ventana, donde viviera una mujer, inspirados por el amor o simplemente por la admiración exacerbada por el ron que nunca faltaba, podían faltar los instrumentos, podía faltar hasta el cantante, pero el aguardiente nunca.
Agradecida por la distinción la dama abría la puerta de la casa e invitaba a un trago, pero se corría el riesgo de que los músicos se quedaran hasta el amanecer, por lo que inventaron la técnica de encender y apagar la luz para indicar que estuvo todo bien y que agradecida los despedía, por lo que, no era extraño, oír entre el sequito de acompañantes de los serénateros, decir: “vámonos pa´otro lao, que aquí no hay na´ y la botella se acabó”. Permaneciendo solo en la noche, el eco de sus risas como la ultima melodía que le tocaban a la escogida.
 
 
 
IV
 
 
 
 A pesar de las aparentes diferencias sociales, las cuales habían sido heredadas, la gente se apreciaba y se respetaba, vivían en medio de un armonioso y apacible transcurrir de los días.
Las casas permanecían con las puertas abiertas durante la noche, en esos tiempos no recuerdo que hayan robado algo más allá de unas gallinas, que dormían plácidamente en las ramas de los arboles, en los patios, inocentes del destino que les esperaba esa noche, delito cometido con una técnica depurada, la cual está en reserva por tramite de la patente, todo para satisfacer las ganas de un sancocho de gallina en la madrugada, el cual ayudaba a disipar mas rápido los efectos del aguardiente y además darle estricto cumplimiento al dicho popular que decía: “el sancocho más sabroso es el de gallina robá”. Y como que era verdad.
 Entre los acontecimientos importantes estaba ir a misa los domingos, los niños entrabamos a la iglesia, nos persignábamos y nos escapábamos para conversar con los amigos  en la plaza, después del saludo y pasar revista a las muchachas que iban entrando a misa, luciendo sus galas, íbamos a lo nuestro, la planificación para ir a bañarnos al rio, o si había algún examen cerca escoger los días y sitios para estudiar, los preferidos eran los bancos de la misma plaza, como ya les dije, o debajo de un poste del alumbrado eléctrico, el que estuviera mejor luz en esos días.
Cuando calculábamos que la misa iba a terminar, nos introducíamos corriendo a la iglesia para salir entre la gente y que no se notara la escapada, siempre tomábamos los asientos últimos cerca de la puerta, para facilitar la operación comando.
Otra presunción de la que goza el pueblo, es su bella catedral y su increíble reloj, traído desde Europa, que no solo logra oírse en todo el pueblo, sino lo hermoso y agradable del armónico sonido de sus campanadas, que interpretan el Ave María, completa, cuando llega a una hora exacta y en las divisiones de la hora solo una versión corta.
Las espectaculares y vistosas procesiones, eran sin lugar a dudas, un magnifico evento de manifestación de la arraigada fe de su gente, en las noches, cada quien, con su vela encendida, alumbraba los pasos de su propio camino, y creaba la aureola sagrada que envolvía a todos los fieles,  unos con fervor se desplazaban lentamente, como el mismo reflejo del pueblo, en el cual el tiempo parecía detenerse, solo basta ver los rostros de la gente, que son más viejos que matusalén y todavía están igualitos a como los dejó el pueblo antes de irse, mientras que otros impulsados por la juventud aprovechaban también para detener el tiempo, pero al lado de la pareja que con su presencia y su conversación lograban romper el lento ritmo de la procesión, al acelerárseles desbocadamente los latidos del corazón  enamorado.
Ese pueblo fue tan sabio, que desde siempre supo que “la fe mueve montañas”, y llegó a tener su propio santo, San José Subero, cuya imagen era receptora de las plegarias y rezos de un pueblo que le dio su cuna y sus casas, para celebrar su llegada, con música, aguardiente y caratillo de arroz y carato de maíz.
 Rodeado de milagros, agradecimientos y reconocimientos era cargado en hombros y llevado en procesión por todo el seco lecho del rio, con el párroco a la cabeza, guiando las oraciones, se le pedía la tan anhelada lluvia, en aquellos prolongados veranos que padecía la población y sobre todo, por la sed  que padecía la gente y las gotas de vida que necesitaban las siembras y el ganado, eran tiempos en que la represa no existía, quizás San Jose Subero, cansado de andar por esos arenales, coadyuvo a que el gobierno se dignara atender las múltiples solicitudes de la construcción de la anhelada represa.
 Ahhh, se me olvidaba, este es un pueblo que mantiene su gusto por las apuestas, a esa edad era solo permitida, la que realizábamos en el carro del raspaero, era una caretilla profunda hecha de madera, en el centro iba el bloque de hielo tapado con tela de saco para dilatar su derretida, a cada lado tenía una fila de pequeños cubículos donde iba colocados en botellas el néctar que se echaba al hielo raspado con un cepillo de hierro y al frente tenía una ruleta de madera con clavitos alrededor de toda la circunferencia y una pluma de pavo era el marcador, comprar un raspado te daba derecho a un tiro en la ruleta y si se paraba en determinado color ganabas otro raspado gratis, u otro tiro, casi nunca ganaba, como en todo juego pero terminaba con la lengua rojita y los dientes con escalofríos, de tanto jugar,  “… el  mío me lo das de colita”, “… noj …. apurate Miguel, el mio de tamarindo”, gritábamos apresuradamente, para ser los primeros en probar suerte, a locha cada raspado.
Viendo el éxito del raspaero, luego se incorporó, con las mismas características, un chichero, este tenía un gran tobo de aluminio, y su respectiva ruleta, entonces tuvimos para escoger y llevar nuestras propias estadísticas, … “el domingo pasado tomé raspao, a hora me toca chicha”, decíamos al tiempo que ya nos habíamos zampao 2 chichas, cada uno, con poco hielo para conseguir la mayor cantidad posible de ese néctar de arroz.
Cuando se terminaba el bolívar que te daban en la casa, para no ir limpio a misa, dar la limosna correspondiente y si es posible que te quedara para la entrada del cine que costaba un real (Bs. 0,50 de los de antes), los lunes a las 6 pm, comenzaba la serie, así se llamaba una película entregada por capítulos, todos los lunes, y como quedaban muy emocionantes, no podíamos faltar, cada semana, además, era un ofertón porque venía acompañada de una vaquera del viejo oeste norteamericano.
Las peleas de gallos, las carreras de caballos, las coleadas de toro, el día del santo patrón San Juan, 24 de junio y los templetes que se permitían en las fiestas patronales, la emoción de las apuestas era como en la Vegas, creo que su génesis fue en este pueblo, quien se lo iba a imaginar, o por lo menos a nivel de La Rinconada.
Desde antes del 3 de mayo comenzaban las fiestas de la Santa Cruz, se llevaban a cabo mediante el tradicional Velorio de Cruz, lo que llevaba implícito una competencia de hacerlo mejor, no solo mejor que el del año pasado, si no mejor que el de otro lugar, abundaban los cantadores, el aguardiente, los adornos y los bailes de joropo en suelo de tierra y en alpargatas, y aquel polvero que se levantaba maquillaba a mujeres y hombres por igual, pero al que nadie molestaba, porque esas eran las mejores fiestas, las que se celebraban en el campo durante 2 o 3 días, donde abundaba además, el carato de maíz, el caratillo de arroz y el pelao de gallina.
La única parte, de la única calle que todavía permanecía fiel a su polvoriento pasado, que todavía no había sido alcanzada por la caliente y negra capa que le ceñirían para siempre, servía como pista de carreras para que la pisotearan, a más no poder, los cascos de los caballos que en veloz carrera, desde La Esquina de los Pérez hasta El Parque La Libertad, terminaban sudados y maltratados por el fuete del jinete que les exigía al máximo, para ganar una carrera donde el premio era una mezcla, donde prevalecía mas el orgullo que lo metálico, desde allí se distendía la fama del buen caballo y del mejor jinete, convirtiendo a este evento en el predilecto de las fiestas patronales. “voy al rusio, … voy al moro, … voy al negro … ese lo monta cochocho, … cuanto apuestas?”, eran las voces que se desataban en medio de la algarabía de los numeroso asistentes.
En las fiestas no faltaba el clásico ciclístico, génesis de los buenos ciclistas que han llevado el nombre del pueblo a la cima de este deporte, el circuito consistía en dar incontables y emocionantes vueltas, que de solo ver pasar a las veloces bicicletas, se cansaba uno, por las calles paralelas a ambos a los dos lados de la plaza hasta el cementerio por el oeste y por el este desde donde comenzaba el pueblo, la partida y la llegada eran en la plaza Bolívar.
Todavía recuerdan algunos, la vez que se organizó una variante, especial para los gordos del pueblo, claro el circuito que tenían que completar era de 2 vueltas nada mas, cuando uno de ellos pasó en la punta, en la primera vuelta, le gritó al publico, que gozaba al máximo el espectáculo, …. “voy cómod,o no me gana nadie”, …. no había terminado de decirlo, cuando cayó víctima del cansancio y con una taquicardia que ameritó reposo durante una semana.
Otro evento comiquísimo, era el palo encebao con el premio en la punta de arriba, generalmente billetes, los que se atoraban para subirlo primero, le hacían el trabajo a los que venían después porque le iban quitando la grasa facilitándoles la subida y el agarre del premio.
Otra actividad en la que se destacó el pueblo, fue por sus jugadores de bolas criollas, seguros en el boche a distancia e inequívocos en el arrime al mingo, sentarse o pararse a ver un juego de bolas criollas, en los torneos que se organizaban en las fiestas patronales o en un interbarrios, producía una pasiva emoción que entretenía las pasiones por el juego vernáculo, aunque siempre saltaba la discusión, es originario de España y otros sostenían que de Italia, pero la verdad, es que nosotros lo identificamos como nuestro, así como, el baile de joropo, así como, la canción llanera, así como cada quien lleva su propio nombre.
Otro acontecimiento importante fueron los matrimonios, donde se aseguraba una rasca de película, porque era una de las pocas veces que veíamos whisky, no importaba la edad, ni el sexo, para que los jóvenes mayores indujeran a los menores, “…. Tomate un trago pa´que te vayas haciendo un hombrecito”, era la inclemente trampa, para después reírse de la cómica que montabamos, con una rasca a esa edad y la calentura que agarraban los padres, seguro que terminaba en una buena paliza, “pa´que se siguieran riendo de uno hasta el otro día”.
Y otro, las fiestas de los clubes, con orquesta y todo, nunca podre olvidar “ay cosita linda, mamá”, que sabor y que ritmo, lograban los músicos en su mayoría los mismos de la retreta, se conoció por primera vez al Lucho Gatica y al rey del merecumbé, aragüeños, quienes hacían bailar hasta los que estaban en las barras, entiéndase las personas que no podían entrar por lo costoso de las entradas, Bs. 5 de los de antes, y se quedaban en los grandes ventanales viendo el transcurrir de la fiesta y criticando la forma de bailar de las parejas y sobre todo viendo quienes bailaban demasiado pegado, porque seguro que ese era el próximo noviazgo  y todo el pueblo lo sabia al otro día en la mañana, famosísimo por lo eficiente en correr rumores.
Pero, la siempre innovadora juventud, en esta oportunidad, no se iba a dejar ganar e invento las fiestas de contribución, bueno claro con sus limitaciones, en un alarde de justa distribución del trabajo, a las féminas les tocaba casa, limpieza y pasapalos, y a los hombres refrescos y ron (el whisky se veía en diciembre, una botellita, si acaso), además, nunca nos hizo falta.
Bailábamos hasta más no poder, la Billo´s la rallábamos, aunque nunca faltaba el doble propósito en todo lo que emprende el hombre en complicidad con una mujer, o viceversa, estas fiestas nos servían para tener a nuestra pareja el mayor tiempo entre los brazos, con sus variados mosaicos, mas que oírlos, se prestaban que la pareja sentiera al máximo las curvas del cuerpo, en apretado estrujamiento en velocidad mínima, con el bolero, y acelerada con la guaracha.
Dígame, el 24 y 31 de diciembre, empezábamos a las 8 pm, interrumpíamos a las 11 y 30 solo para estar un rato con la familia y retornábamos a 1 am, para llegar hasta las 3 o 4  de la madrugada, pero la cosa no terminaba ahí, los fiebrosos seguían de largo, a esperar el desayuno en la casa de alguno, servía para renovar fuerzas y continuar la parranda, por lo menos todo ese otro día. Cuando los padres nos veían en el estado en que andábamos, nos sugerían, con disgusto muy mal disimulado, “…. el que no te quepa por la boca, te lo metes por el cul…, muchacho el caraj …., anda a costarte, que es lo que debes hacer, antes de que te caiga a palos”.
En vacaciones nos divertíamos de lo lindo, inventando paseos para todos lados, playa, ríos, montaña, etc., etc., pero cuando mas gozábamos, era con la llegada de un caraqueño, con ese hablar cantadito exagerando sus vivencias y aspectos de la capital, nos ponía bravísimos, porque nos restregaban el campesino, en la cara y además en nuestro propio patio, nos veíamos las caras y eso bastaba para convertirnos en cómplices de la maldad que le haríamos, tenía que pagar bien caro su osadía.
Una era la invitación para el campo, para algún hato, a tomar leche de vaca recién ordeñada, esta no fallaba, esa aventura les encantaba a los citadinos, cuando estábamos en pleno monte, los ahogaba el calor y seguro les empezaba a doler la cabeza y enseguida le decíamos, “… no te preocupes, aquí hay remedio de monte que te lo quita de inmediato, pero tú crees en eso?”, “claro que sí ….”, contestaban apresuradamente para no quedar mal, entonces, “…. cuando pasemos por donde este la mata, te la enseñamos y tu coges las hojas rapidísimo y te la estrujas en la frente, pero el secreto de su eficiencia como remedio, depende de lo rápido que lo hagas, porque si no pierde su efecto”, al divisar una mata de guaritoto, le gritábamos, “esa es la mata, agárrala rápido” y él con la mansedumbre de la inocencia, lo realizaba al pie de la letra, el desespero era tal y la hinchazón de la cara que se ponían como unos monstruos, por la intoxicación y picazón que produce el guaritoto, bueno, les cuento que la carrera era larga, ante los seguros golpes que nos ganaríamos por la calentera que agarraban, teníamos que continuar a pie y esperarlo más adelante, calculando que se le pasara la rabia, muertos de la risa, comentábamos, “…. eso es pa´que respeten y no siga con sus mentiras.”, … “eso se le pasa cuando empiece a tomar leche”, disponíamos, ante la nueva picardía que le esperaba.
Al llegar a la casa del hato, hablábamos a escondidas con el capataz y lo preparábamos para el caso, según lo acordado, él nos despertaba a todos en la madrugada, para ir hasta el corral a ordeñar las vacas, el primero en hacerlo era el invitado, con la recomendación de ir depositando en una totuma grande la leche que iba obteniéndose y la espuma que se forma encima, se la quitas con la cola, no había terminado la operación, cuando el invitado/victima, agarraba esa totuma y exclamaba apuraito, “…. déjenme tomar a mi primero, para aprovechar que esta calientica, acabaita de ordeñar, como yo la quería, esto sí es vida”, gritaba, nuestra educada respuesta era …. “Dele que usted es el invitado de honor”, ahora lo que nos quedaba era esperar los efectos, los cuales no tardaban mucho en aparecer, “…. Coñ … donde queda una baño, rápido nojod.. que es urgente”, la diarrea le duraba por lo menos 1 día, “… “no jod…. Coge pa´l monte que aquí no se usa eso, jajaja…jajaja… jajaja”, la risa y la gozadera nos duraba el mismo tiempo que el padecimiento diarreico al invitado/victima.
Otra era, la invitación a bañarse en el rio, que citadino iba a pelar ese boche, más rápido que inmediatamente salíamos, pendientes de que en el camino encontráramos un avispero, cuando estábamos cerquita, lo alborotábamos y nos alejábamos lo suficiente para no ser picado, pero la víctima, inocente de todo, la sorpresa lo agarraba sin saber qué hacer y se quedaba parado, lo que aprovechaban las avispas para darse un banquete, lo picaban por todos lados, pero no faltaba en la cara, se hinchaba en un segundo, produciendo un dolor lacerante bien agudo, los gritos se oían en el pueblo “…. Aaayyyyyy me picaron las avispas”, preparados como estábamos la respuesta era inmediata, “échate meao para que se te quite el dolor”, … “ yo no tengo ganas”, gritaban, … “yo estoy orinando, échate del mío”, …. “no seas maric … tú, yo no me voy a echar esa vaina”, … “bueno, muérete del dolor”, pero la necesidad tiene cara de hereje, algunos lo hacían, otros más valientes preferían aguantar el dolor y a nosotros la risa nos duraba varios días.
Todo pueblo tiene su rio, sino le falta lo más importante, y si no, no sería un verdadero pueblo, el nuestro tenía dos vías para llegar hasta donde se tomaba el agua para el consumo de humano, conocido popularmente como el paso de la INOS, punto de referencia, a su izquierda estaba la vega del rio con un trapiche self service, nos llenábamos la barriga hasta que salíamos dando traspiés con la rasca.
 Al frente le quedaba una poza llamada la pileta porque en su profundidad había una toma de agua de concreto, conocer su lugar exacto, era un secreto vital, porque nos lanzábamos de cabeza desde las raíces de un jabillo enorme y debíamos tener cuidado con un golpe en la cabeza, esta era la poza predilecta por lo cerca y la frescura de su agua, sin embargo, mas adelante había otra poza mayor, mas honda, pero era muy lejos y el regreso a casa se nos complicaba, conocida por su frías aguas como la nevera, además, decían que allí estaba viviendo una  traga venao, culebra que su tamaño alcanzaba varios metros, que se tragaba enterito a un toro que se le ocurriera ir a tomar agua a esa poza, fuimos algunas veces y veíamos como se lanzaban los mayores, desde el tronco de un gran árbol que se había caído, atravesando la poza, de orilla a orilla.
Cuando pasabas al otro lado del rio y caminabas unos kilómetros, muy pocos, llegabas a un sitio conocido como “ventorrillo”, famoso por sus leyendas de aparecidos y la cantidad de matas de mangos.
La ruta más cerca, obviamente la más usada, fue la de un sitio llamado El Zanjón, por su inclinada y larga bajada, que al terminar casi llegábamos al rio y la otra por El Tanque de Agua, nos quedaba más lejos y nos veían mucha gente cuando íbamos para el rio y seguro que cuando regresáramos, ya lo sabían en la casa y paliza o regaño con uno, solo la usábamos cuando teníamos permiso, rara vez por cierto.
Aunque las generaciones anteriores lo usaron para lavar la ropa, por encargo, en bateas de madera que llevaban las mujeres en la cabeza llena de la ropa sucia, pero cuando regresaban las esperaba una subida con una larga y pronunciada pendiente, con la batea de madera enchumbada en agua y la ropa mojada, eso no era para mujeres, eso era para carros de doble tracción, de verdad que no exagero, fueron la tintorería de la época, planchaban con pesadas planchas de hierro, que calentaban en candela hecha con leña, la que aprovechaban y cargaban en los brazos en el diario viaje, a mi abuela le tocó todo eso, como me llena de orgullo el recuerdo de esas matronas, que no se quejaban porque para ellas era normal, era su trabajo y mas bien se disputaban la calidad, las tintorerías de hoy no le llegan, ni con el servicio especial, y menos en los costos, pantalón blanco almidonado con filo en las piernas, Bs. 0, 25 de los de antes y llevado hasta la puerta de la casa.
Lo máximo era en invierno, cuando se corría la voz, el rio esta a media caja o el rio esta crecido, para los experimentados, el rio a media caja era más peligroso por la fuerza de la corriente, entonces se oía fulanito lo cruzo ayer, y se zambullía  un buen trazo por debajo del agua, bueno este personaje tomaba características de héroe y se respetaba por su arrojo y valentía, “esto no es pa´muchacho”, se encargaban de aconsejar, por lo que, verlos nadar era un espectáculo que no perdíamos, los días claves eran los sábados y domingos, “fulanito va cruzarlo zambullido por debajo”. La verdad, sea dicha siempre, esto nunca llegue a verlo, ahora creo que era lo que queríamos oír, para irnos volando para las riberas del rio y mientras tanto darnos ese baño, aunque fuera rapidito.
Ahora, cuando el rio estaba crecido era más suave su corriente, pero por la superficie, no se arriesgaba a zambullirse por debajo y alcanzaba tal volumen el cauce que el agua rozaba los copos de los arboles, lo que aprovechábamos eran sus ramas para aguantarnos cuando veníamos nadando a favor de la corriente desde más arriba, el desplazamiento flotando en la superficie era rapidísimo, entre el susto y la alegría por lograrlo, lo repetíamos cualquier cantidad de veces, hasta que calculábamos que era la hora de llegar a casa y que no se notara tanto la ausencia, una mentira que siempre nos creíamos, porque al llegar nos descubrían, …. “aja carajo estaban pa´l rio”, si los viejos estaban de mal humor la paliza era segura y si no, era el regaño repetitivo, ….  “hasta cuando les voy a decir que no vayan pa´ese rio que es peligroso”, …. nos veíamos las caras, “uffff, nos salvamos”, exclamábamos, sin medir exactamente el riesgo que corríamos, pero era que el disfrute era mayor y estaba por encima de  todo, por lo menos, a la edad de los 7 a 18 años, éramos felices y no sabíamos cuanto.
Pero, una vez, obstinadas de que no les hiciéramos caso, nos fueron a buscar al rio, justo cuando estábamos en el climax de la diversión oímos un grito, “ajaaaa carj …. Así era que los quería agarrar, vamos pa´su casa, cuantas veces les he dicho que no vengan pa´ese rio”, es bueno acotar que el disfrute del rio, era a ring pelao, sin traje de baño, bueno, salimos como Dios nos trajo al mundo, recogimos el montoncito de ropa en la orilla y salimos corriendo con un bejuco en el lomo, acompañado del regaño en latanias, desde el rio hasta la casa, y cuando llegamos, me agarró la abuela con un mecate, colgadero de chinchorro, y empezó a darme, pero, como ya estaba grandecito, no lloraba, entonces la abuela enfurecida gritaba, “…. a mí lo que me calienta es que este caraj… es que no llora”, y me daba más duro, en medio de esta paliza razoné, quiere decir que si lloro, no me pegan más, y comencé a pegar los mejores alaridos que encontré, en ese momento, listo dije para mis adentros, cuando de repente me sorprenden unos mecatazos, más fuertes y más seguidos junto a otro rugido de la abuela, “ …. mira sinvergüenza, los hombres pujan pero no lloran” …. Al escuchar eso me pareció el colmo, y me salí para el medio del patio y le respondí vociferando, desde lejos porsia,  “…. Que hago entonces lloro o no lloro”, gracias a Dios, eso fue lo único que la calmó, les cuento aquí entre nos, nunca se lo dije a ella, al ratico, la descubrí en el cuarto muerta de la risa, me dieron ganas de decirle, “coñ … eso no se hace me vas a matar un día de estos”, pero me contuve, “Miranda en la carraca a ver si despertaba otra vez su ira”.
La utilidad del rio era durante todo el año, en verano, era ideal para los sancochos, su caudal bajaba a nivel de quebrada, a sus orillas y debajo de unos frondosos árboles pasábamos las horas más calurosas del día. Creo que no exagero al calificar esos momentos como un disfrute paradisiaco.
Sin embargo, en la cantidad de jóvenes, niños y adultos que utilizamos el rio, no como aseo, no como trabajo, sino como la aventura mayor, no  registró ningún hecho que lamentar, gracias a DIOS.
 
 
 
V
 
 
A pesar, de llevar hasta en su nombre implícito,  ….  agua, padeció de sed, de escasez de agua por mucho tiempo, hasta que le construyeron, la anhelada durante un siglo mas o menos, represa, grande, majestuosa, bien merecida por lo demás, y el pueblo aun continua padeciendo por agua, paradojas de nuestros pueblos y la represa subutilizada en todos los sentidos, solo existe, convertida en tumba acuática para quien osan desafiar sus profundas e inexpugnables aguas en nados sin retornos, para contemplarla, los más cautos y uno más que otro, en la pesca.
Su utilidad más reputada fue la de los préstamos, numerosas excavaciones profundas que realizaron las grandes maquinas que construyeron su tapón de un tamaño, que permitía servir de pista de aterrizaje para pequeñas avionetas, pero lo importante, y donde también aterrizaban pero, las parejas que en encendido amor descargaban sus pasiones, la dama no podía correr el riesgo de perder su reputación, por lo que el sitio era ideal porque los promontorios, ayudados por la oscuridad de la noche encubrían los movimientos del vehículo, tan famoso se volvió el lugar, hasta que surgieron las estratégicas bromas, quizás para confundirnos a todos, y ocultar quien en verdad había visitado en la noche los prestamos, compinches de sus arrebatos sexuales.
 
 
 
 
VI
 
 
Un aparte especial, merece la noche de la gran explosión, eran tiempos de guerrilla, de actos terroristas, de persecuciones a los culpables, de enfrentamientos entre el ejército y los guerrilleros, partiremos desde mi experiencia personal, resulta que una noche, cuando me encontraba profundamente dormido, oigo a lo lejos, como un gran trueno, que llegó a despertarme, me volteé en la cama y dije para mis adentros, “tronco de aguacero sabroso pa´seguir durmiendo”, no sé cuánto tiempo pasó, cuando me despertó mi abuela apuradísima, “mijo despiértate ven a ver, que será lo que está pasando?”, me levante inmediatamente y salimos al traspatio y veo que todo el cielo estaba alumbrado, mas clarito que de día, “como qué hora es” le pregunto, a la abuela, ella me responde con angustia descontrolada, “las 12 en punto, pero que crees que está pasando?, a que se debe esa claridad?”, mi primera impresión, acabando de despertarme, fue, “abuelita el mundo se está acabando en candela”, …. “Ayyy mijo lindo, DIOS nos bendiga, vamos a morir abrazados”, acto seguido nos abrazamos y abuela comenzó a rezar, pero el tiempo pasaba y nos dimos cuenta que no había calor, solo mucha luz, entonces dije, “vamos a buscar a mamá y a los demás”, y salimos corriendo, pero ya todos estaban saliendo de la casa y se dirigían hacia la esquina más cercana, la de Doña Isabel Gago.
Simultáneamente estaban llegando los primeros vecinos, de inmediato empezamos a hacer conjeturas, “eso fue que explotó la bomba de gasolina de Roger”, referían unos, “no vale, eso fue la fábrica de Castellanos”, decían otros, cuando vemos que traen abrazada a  la maestra Eva Romero, que vivía ½ cuadra más adelante, venia en un estado de nervios que le costaba mantenerse de pie, todos nos volcamos a socorrerla, alguien grito “valeriana con ella” y responde quien la traía abrazada , “yo tengo, le voy a untar” y comenzó a llenarle la cara de un frasco que cargaba en mano, cuando volteo a ver, porque ella no paraba de echarle y ya la maestra tenía toda la cara llena de un pesgoste blanco, me pregunto, “valeriana blanca y untada?, yo no la conozco”, me fije bien en el bendito frasco, cuando veo su inconfundible forma y leo en su etiqueta, MUM desodorante en crema, “muchacha dame acá eso”, resulta que la muchacha estaba más nerviosa que la maestra, no nos quedó más remedio, en el medio de aquella incertidumbre que echarnos a reír.
 Todavía estábamos riendo, cuando vemos que viene, casi corriendo, una mujer con 3 niñitos, uno en cada mano y otro más pequeño colgando del cuello, gritando, no paraba de gritar, pero no entendíamos nada, al acercarse más nos percatamos que se trataba de Ramona y sus hijos, familiares nuestros, y lo que gritaba llorosa era “Tía Solita, Tía Solita, la candela viene caminando, viene por la esquina de Carupe”, es decir como a 20 metros detrás de ella.
Imposible, primero porque no estábamos enterados de que la candela caminaba y segundo, si fuese cierto, la veríamos y nosotros no veíamos nada, cuando al pasar a nuestro lado no se detiene, le preguntamos, y para dónde vas Ramona con esos muchachos? “… pa´l rio”, fue su afligida respuesta y no la pudo detener nadie, ante lo decidida que estaba de continuar hacia lo que consideraba la salvación de sus hijos y la suya propia.
Algo no cuadraba en este acto, y era que la Tía Solita no había respondido a los llamados de Ramona, no estaba, se había desaparecido, en ese preciso instante, me dice urgida mi mamá, “busca a tu abuela, creo que cogió pa´la casa, anda a ver que está haciendo?”, no había terminado de  decírmelo cuando salí corriendo para la casa, que estaba a unos metros de la esquina donde nos encontrábamos, cuando entro al cuarto principal encuentro a la abuela, de rodillas rezando frente al escaparate, sorprendido ante esa actitud, lo primero que llegó a mi mente fue, “ a  mi abuelita la trastornó la explosión”, lo que logre entender en medio de aquella confusión, fue que decía, “DIOS no importa que castigues a los pecadores, pero salva a los inocentes”, al mismo tiempo que rezaba las plegarias introducía en su seno los fajos de billetes, los iba sacando de los escondites secretos del escaparate. “Abuela deja eso, que no está pasando mas nada, todo está igual, no es mayor cosa, vente vamos pa´la esquina, acaba de pasar Ramona y preguntaba por ti”, y así fue, como pude convencerla de que dejara, “el aprovisionamiento para cualquier emergencia”, esta fue su explicación posterior, a lo que estaba haciendo cuando la encontré en esa dual posición.
Paralelamente pasaba en la casa de los Castellanos, los vecinos más cercanos, pa´ mí, los mejores amigos desde la infancia, todavía así continuo considerándolos, aunque ya casi ni nos vemos, no importa, el verdadero reto de la amistad es el tiempo y la distancia, la amistad sincera se siembra a esa edad y en ese entorno, allí quedó sellada para siempre,  fuimos coparticipes del sentimiento, “ …. mira vale, yo a ti te amo, te lo digo de hombre, porque maric … no soy.”, fue la primera expresión de valentía que me impresionó.
Contado por ellos mismos textualmente, en aquella madrugada que despertó a todo el pueblo, “acabábamos de llegar del cine y todavía no nos dormíamos, estábamos conversando, cuando oímos la explosión y vimos como de inmediato el cielo se iluminó, nos levantamos y en el medio del cuarto nos abrazamos y comenzamos a llorar, mirándonos a la cara”, exclamamos, “eso es un ataque extraterrestre, llegaron los marcianos y nos van a matar, ayyy manito y ahora qué hacemos?”.
Así permanecieron por largo rato, esperando la llegada de los marcianos, pero quien llegó fue el papá, a buscarlos y a explicarles algunos supuestos, porque a estas alturas nadie sabía con certeza lo que había pasado, me imagino, esto no lo contaron, que cuando el papá abrió la puerta del cuarto, y como estaban con los ojos cerrados pensarían, “…. ya llegaron !!!”, y el abrazo debió ser más fuerte, como para que se los llevaran a los 2 juntos, digo yo, “no se iban a perder ese paseo, ninguno de los 2”. Jajaja … jajaja.
Luego, ya lo que se oían eran los cuentos, … “en la familia tal, todas las mujeres salieron desnudas en pelota y fueron a parar a la plaza Bolivar, allí las cubrieron con una sabanas”…. “Ustedes si son cagetas, mi mamá (una anciana de 85 años), se levantó y miró por la ventana y que dijo eso fue el gasoducto que explotó y siguió durmiendo”, nos decía Gilberto al otro día, cuando ya todos sabíamos la verdad de los hechos, ahora bien, lo que nunca supimos con certeza, si la explosión del gasducto fue una sobrecarga o una voladura terrorista de los guerrilleros.
 
 
 
 
VII
 
 
Nuestra agenda costumbrista, siempre estaba copada, la cual incluía desde la fabricación  de trompos, voladores, para estos, la experticia y las asociaciones estratégicas (no sabíamos que éramos pioneros, estábamos sentando las bases de la gerencia moderna), fuimos obteniendo un producto no solamente excelente por su acabado y su estética, sino que con creatividad la calidad fue in crechento, hasta lograr un producto que se convirtió en envidia de propios y extraños, todavía tiene reservado, su espacio propio en los recuerdos, un volador que llegó  a ser bautizado, conocido y admirado como El Rey del Barrio, en su mítica leyenda destaca una de sus virtudes, “se eleva sin brisa”, exclamaban los muchachos, sin disimular su admiración, “… van a elevar al Rey del Barrio”, y se iban todos, a ver ese espectáculo, en el sitio oficial, El Zanjón de Chacín, (el mismo de la bajada hacia el rio) quedaba a una mini cuadra, del Tanque de Agua, la fabricación era a base de varillas de guasgua (tallos de bambú), labradas con cuchillos bien amolados hasta hacerlas lo más delgadas posibles para conseguir la liviandad ideal, armábamos el armazón (esqueleto) y luego lo forrábamos por cuadros, si lo deseábamos de varios colores ( El Rey de Barrio era rojo y blanco con frenillo en la cabecera y en el frenillo de la cola, para que roncara bien duro y sabroso), la pega que usamos la conseguíamos del fruto de un árbol llamado cautaro, las colas eran de trapo viejo rasgado, al principio, después le poníamos la cola de cinta de máquina de escribir usada, cuando estaban en el aire se veían bellísimos y el hilo era del que se usa para amarrar las hallacas, pabilo, lo encerábamos con cera de abeja para evitar un corte en el aire de otro volador que tuviera hijilla en la cola, y lo enrollábamos en un palito, en forma de ocho.
Los trompos, algunos también de fabricación casera, se dividían fundamentalmente,  en  2 tipos: uno era para el juego en sí, que consistía en ir llevando empujando, a una larga distancia, hasta un sitio señalado de antemano, con el lanzamiento del propio, el cual debía picarle cerca al contrario, que estaba en posición pasiva en el suelo, el que perdía, aguantaba en su trompo, la cantidad de quiñes acordados, dando lugar de esta manera al segundo tipo, conocido como trompo hacha porque además, de ser hecho a mano generalmente con material de algún árbol cuyo tronco fuera seco y duro, ejemplo guayabo, el más común, en su interior colocábamos un clavo, al pedazo de punta que sobresalía la achatábamos hasta convertirla en una filosa mini hacha, y que al darle, al trompo perdedor, un acertado quiñe lo partía en dos, acabando el juego casi siempre en peleas, causadas por tan irreparable pérdida.
Los gallos de pelea, se les llamaba gallos de raza, corne, español, cubano y criollo, y por la pinta se les conocía como giro, canaguey, marañon, zambo, jabao, eran las conocidas, si no tenia plumas en el cuello será piroco y si no tenia cola era poncho, esta fue una de las actividades predilectas de los jóvenes, al punto que era casi obligatorio que cada uno  criara, el o los suyos, en el patio de las casas, para luego montar las peleas  en los mismos patios, y hasta nombre le poníamos.
Hubo casos que vale la pena relatar, el del joven que le gustaban tantos los gallos, que una vez le regalaron un pollo (gallo joven) y lo acariciaba tanto, todo el día, que no creció, se quedó enano, para donde iba el joven el pollo lo seguía, no lo desamparaba para nada, hasta para dormir, no lo hacía como los demás de su especie, en las ramas de los arboles, dormía debajo de su cama, por supuesto este no sirvió para pelear, sino para mascota.
Otro fue, un gallo famoso porque peleaba hasta 2 y 3 veces, en un mismo día, fue tan admirado y querido por todos, que hasta nos lo rotábamos para cuidarlo, era un zambo español de pura raza, ídolo de juventudes por su heroicidad, nunca supo lo que fue huir, siempre dió la pelea en cualquier terreno, tampoco conoció la derrota, porque sencillamente fue un ganador en toda la extensión del significado de esta palabra. …. Se llamó canelita.
Estudiar (para los exámenes y cuando íbamos a pedirle a los padres, algo que nos gustara, mostrando así, dar muestra de nuestra voluble responsabilidad), creyendo que los engañábamos, cuan equivocados estábamos, era el cariño lo que nos estaban demostrando, al darnos permiso para ir al rio, al cine, charlar en la plaza y jugar picha (metras), jugar trompo y elevar voladores (papagayos).
Algo, a lo que nadie le ha encontrado explicación, y que no dejaba de causar cierto temor y preocupación a algunos, ocurría, que cuando se corría la voz de la muerte de alguien,  o cuando el sonido de las campanas daban la infausta noticia, lo que se oía en todo el pueblo era … están doblando las campanas …  “¿ quién se moriría ? …. ¿ quienes seguirá…. ?” porque algo era seguro, veríamos o asistiríamos a 3 o 4 entierros seguidos, en el breve plazo de pocos días.
Quizás este era el mensaje, que con dolor nos enviaba desde lo incomprensible, “… me voy”, decían los que enterrábamos y “… se fue”, gritaban envueltos en solo llanto y en solo lamento, las pechos de un pueblo que resistió heroicamente el abandono, de quienes tuvimos la dicha de vivir lo que nos brindó, además de consentirnos, nos amamantó con sus pechos tan frondosos como sus árboles, que nos dió cobijo y nos dió ese sagrado calor de madre, como hijos que somos de esta patria chica.
 
 
 
VIII
 
 

Nuestra Señora de Belén de Aragua, llegaste con unos Misioneros Franciscanos que vinieron desde Píritu hasta esta colina, en medio de una llanura, de buena tierra, de buen clima, y de mejor gente, aunque usted no lo crea, con neblina en algunas noches y amaneceres, espectáculo que causaba gran admiración por lo caluroso de sus días.
Aragua, te fuiste sin decirnos adiós, dejándonos con quienes compartimos vivencias, en tu seno de madre, donde se conformaron esas amistades que perduran a través del tiempo y la distancia, algunos ya también se fueron, otros iremos después y nos llevaremos consigo, lo que tú nos enseñaste a ser.
No solo son recuerdos, son también tiempos, épocas, costumbres, que generaciones dejaron como la más sagrada e invalorable herencia, y que en medio de la realidad que nos ahoga actualmente, llegaremos sin duda a precisar su valor.
 
 
 
 
“…. te quise, te admire y nunca te dejare partir sola, compartiré contigo la compañía del inevitable olvido.”
 


H. PADILLA CARRASCO
AGOSTO, 2009                                                                                                                                                                                                                                                      De Harold Padilla el Jueves, 17 de mayo de 2012 a las 09:38                                                                                                                                                                                                                                             https://www.facebook.com/notes/aragua-de-barcelona/el-pueblo-que-se-fue-/10150895589393812/